domingo, 27 de noviembre de 2016


(fotografía tomada el 22/12/1956. El de la foto soy yo, estoy usando un traje especial para el sol, acepto que no es mi mejor fotografía)

Luego de estar aproximadamente un mes en el desierto de los gatos, tomé una nave espacial al planeta siguiente del mismo sistema, un poco mas alejado del sol, este mundo también es un desierto pero mucho mas amable.  Gobernado por humanoides azulados que al parecer tienen algún parentesco con los del desierto de los gatos*, son sin embargo una sociedad basada en el mercado y no en la conexión espiritual con su ambiente como los anteriores. Su piel azulada los protege de los rayos ultravioletas de su poderoso sol y emprenden viajes por todo el mundo comerciando y produciendo diversidad de productos increíbles.



*La historia del parentesco con los humanoides del mundo gatuno es demasiado larga y confusa como para exponerla por acá, solo me limitaré a describir ligeramente su mundo pues mi aparato de comunicación solo puede funcionar un tiempo corto y activarse cada dos semanas.

Primera parada. El desierto de los gatos.

(Fotografía. 27/11/1956)

Gracias a tecnología extraterrestre puedo mantenerme comunicado a través de este blog.

 Mi primer destino es el mundo del desierto gatuno donde estos gigantescos y tiernos animales recorren este árido planeta construyendo un ecosistema único.
Como puede apreciarse una raza humanoide se relaciona con ellos y se benefician mutuamente, para ello ambos deben pasar un ritual en el que se comprenderán a través de conversaciones y posteriormente un largo silencio.


Antes de iniciar el viaje.


Antes de iniciar el viaje, miro mi destino, las estrellas, pero no solo las estrellas, veo algo mas. Mi viaje no solo será al espacio sino a dimensiones adyacentes creadas por energías que no somos capaces de medir. Me fumo el último Lucky Strike del paquete y probablemente de mi vida antes de iniciar la travesía; una vez iniciado el viaje, no hay vuelta atrás.